En el corazón de la provincia de Palencia, rodeada de paisajes que parecen susurrar historias de tiempos lejanos, se encuentra Villamuriel de Cerrato, un municipio que evoca la esencia misma de la historia y la tradición. Situado a escasos 7 kilómetros de la capital palentina, este lugar, enmarcado en la histórica comarca del Cerrato, es un rincón donde el pasado y el presente se entrelazan, ofreciendo a sus visitantes una experiencia inolvidable.
El viaje a Villamuriel es como abrir un libro de historia. Los primeros vestigios de poblamiento en esta tierra se remontan a la época romana, cuando la civilización comenzó a dejar su huella en la zona. La rica herencia histórica se refleja en el puente gótico que cruza el Río Carrión, un imponente testigo que se alza desde el siglo XIV. Con sus ojos y tajamares apuntados, este puente ha resistido el paso del tiempo, siendo reformado en el siglo XVI, un símbolo de la resiliencia de esta comunidad que ha perdurado a lo largo de los siglos.
A medida que se avanza por Villamuriel, el Barrio de Calabazanos nos lleva a un lugar de profundo significado, el Monasterio de Santa Clara, conocido como "el Escorial de adobe". Fundado por Doña Leonor de Castilla, siguiendo los deseos de su esposo Don Pedro Manrique antes de su muerte, este monasterio es un refugio de paz y espiritualidad. Desde su declaración como monumento histórico artístico ha sido un punto de referencia para quienes buscan la belleza y la serenidad en la arquitectura. Su diseño, que recuerda a las construcciones del Escorial, hace que este monasterio sea un lugar fascinante para explorar y contemplar.
En el pleno casco urbano, la iglesia de Santa María la Mayor se erige como un testimonio del arte y la fe que han marcado la vida de Villamuriel. Su estilo protogótico, que comenzó a construirse en el siglo XII, nos habla de un pasado en el que la fe se entrelazaba con la fortaleza. Declarada Monumento Histórico Artístico, esta iglesia no solo es un lugar de culto, sino también un monumento que refleja la historia de los obispos de Palencia que, desde 1461, encontraron en este lugar un hogar y un refugio.
El esplendor de la iglesia se manifiesta en su bello cimborrio octogonal, que se eleva por encima de la localidad, y en los numerosos ventanales que permiten que la luz inunde su interior. El Retablo Mayor, obra del reconocido Tomás de Sierra, y el coro, trazado por maestros palentinos de la segunda mitad del siglo XVI, ofrecen un vistazo a la devoción y al arte que han florecido en esta comunidad. A los pies del edificio, la imponente torre que la acompaña, con su altura y majestuosidad, invita a los transeúntes a detenerse y admirar su belleza.
En Villamuriel, las huellas del pasado se hacen aún más evidentes con las viviendas rupestres que surgieron en la Alta Edad Media, excavadas por repobladores provenientes del norte. Estas cuevas artificiales son testigos silenciosos de un tiempo en el que la supervivencia y la adaptación a la tierra eran fundamentales. Entre estas construcciones, las bodegas se erigen como un legado agrícola que perdura en la cultura del Cerrato, donde el vino y la tradición vitivinícola son parte de la vida cotidiana.
La historia de Villamuriel también se entrelaza con la ingeniería hidráulica del Canal de Castilla, una de las obras más significativas construidas entre los siglos XVIII y XIX. Este canal, que se extiende más de 200 kilómetros entre las provincias de Palencia, Burgos y Valladolid, fue concebido como una vía fluvial de comunicación y transporte de cereales, conectando la riqueza agrícola de Castilla con el norte de España. A lo largo de su cauce, se encuentra la esclusa 33, donde la historia se encuentra con la modernidad. En este punto, la antigua fábrica de harinas cuenta historias de un pasado industrioso, mientras que las esclusas 34, 35 y 36 ofrecen una lección de estilos constructivos diferentes, permitiendo a los visitantes contemplar la evolución de la ingeniería a lo largo del tiempo.
En el paraje conocido como Soto de Albúrez, los visitantes pueden hacer una pausa en su camino, rodeados de la belleza natural que envuelve a Villamuriel. Este lugar invita a la reflexión, a disfrutar de un momento de tranquilidad mientras se escucha el murmullo del agua fluyendo por el canal, un recordatorio de la vitalidad de la naturaleza que rodea esta localidad.
A lo largo del año, Villamuriel de Cerrato se viste de fiesta, especialmente durante las Fiestas de la Ascensión, que se celebran el 15, 16 y 17 de mayo. Estos días, la localidad se llena de vida, con actividades que reúnen a la comunidad y celebran la cultura y las tradiciones que han perdurado a lo largo de los años. La música, la danza y la gastronomía se entrelazan en un evento que no solo honra la herencia de Villamuriel, sino que también refuerza los lazos que unen a sus habitantes.
Cada rincón de esta localidad tiene una historia que contar, y cada monumento es un testimonio de un pasado que sigue vivo en el presente. Es un destino que invita a explorar, a descubrir y a conectar con las raíces de una tierra que, a pesar del paso del tiempo, continúa siendo un faro de tradición y orgullo. Villamuriel no es solo un punto en el mapa; es un refugio para el alma, un lugar donde el eco del pasado resuena en cada paso y donde la historia está siempre presente, lista para ser descubierta por aquellos que se atreven a aventurarse en sus calles.