Al sur de la provincia de Palencia, en la acogedora comarca del Cerrato, se encuentra Dueñas, un rincón donde la historia y la tradición se entrelazan en un abrazo eterno. Esta localidad histórica, bañada por las aguas tranquilas del Canal de Castilla, se erige como un testigo de la rica herencia cultural de la región. A través del Ramal Sur de esta insigne obra hidráulica de la Ilustración Española, las aguas fluyen con suavidad, atravesando un paisaje que invita a explorar cada rincón y descubrir sus secretos.
Las aguas del canal llegan a Dueñas tras abandonar la localidad de Villamuriel de Cerrato, serpenteando hasta los pies de las tierras que una vez fueron testigos de batallas y historias antiguas. Este gran logro de ingeniería, que ha moldeado la vida de la comarca, no solo proporciona riego a las tierras circundantes, sino que también deja tras de sí interesantes puntos de interés que atraen a curiosos y viajeros. Las esclusas, con sus majestuosos mecanismos, se alzan como monumentos a la ingeniosidad humana, mientras que los puentes y acueductos narran cuentos de conexiones entre comunidades a lo largo del tiempo. El murallón, un recordatorio del pasado defensivo de la villa, y el único leguario que se conserva a los pies de los caminos de sirga son vestigios que nos invitan a imaginar un tiempo en el que Dueñas era un bastión de seguridad y comercio.
Entre los tesoros arquitectónicos de Dueñas, destaca la Iglesia de Santa María de la Asunción. Esta joya, que combina elementos de finales del Románico con la elegancia del Gótico, cuenta con ábsides laterales y centrales que son verdaderos testimonios del paso del tiempo. Las naves laterales, adornadas con bóvedas de crucería, nos transportan a finales del siglo XII y principios del XIII, mientras que las adiciones posteriores del Gótico Flamígero y el Renacimiento enriquecen su belleza. Cada ladrillo de esta iglesia habla de la devoción de generaciones pasadas, que han encontrado en sus muros un refugio espiritual. A su alrededor, la Plaza de Isabel La Católica cobra vida, invitando a los visitantes a descansar y reflexionar sobre la historia que la rodea.
Paseando por las antiguas calles de Dueñas, se siente como si el tiempo se detuviera y la historia cobrara vida en cada rincón. Las piedras desgastadas bajo nuestros pies cuentan cuentos de un pasado vibrante, mientras los ojos del viajero se maravillan ante la belleza y el encanto de la Antigua Judería. Este laberinto de callejones serpenteantes y plazas acogedoras es un vestigio de la comunidad judía que una vez habitó estas tierras, un lugar donde las huellas de su presencia aún son palpables. La arquitectura de las viviendas, con sus balcones de forja y puertas de madera, refleja la influencia de una cultura rica y profunda, que se entrelaza con la de los cristianos, creando un mosaico cultural único que define la identidad de Dueñas.
En cada esquina, la fusión de tradiciones y costumbres se hace evidente. Las celebraciones y festividades, que una vez fueron compartidas entre las distintas comunidades, han dejado su impronta en la forma de vida actual. Se pueden escuchar los ecos de las festividades medievales que solían resonar en estas calles, donde judíos y cristianos compartían no solo el espacio, sino también momentos de alegría y convivencia. Las viejas paredes de las casas, muchas de ellas aún en pie, son testigos silenciosos de una historia entrelazada, donde la diversidad y el respeto mutuo marcaron el pulso de la vida cotidiana. Cada construcción, cada rincón, parece contar la historia de aquellos que vivieron y amaron aquí, invitando a los visitantes a sumergirse en un pasado que aún palpita en el presente.
Los restos de la muralla que una vez protegieron la villa añaden un aire de misterio y fascinación a Dueñas. Aunque no queda nada de la imponente fortaleza que la coronaba, el lugar donde se erigía, conocido como el Castillo, conserva la esencia de un pasado heroico. Este punto estratégico no solo servía como baluarte ante posibles invasores, sino que también era un símbolo de la unidad y la determinación de la comunidad para preservar su hogar y sus tradiciones. De las cuatro puertas que existieron, solo una se mantiene en pie: El Ojo de la Virgen, una puerta gótica que parece susurrar secretos de tiempos lejanos.
Al atravesar El Ojo de la Virgen, se accede a un mundo donde la historia se siente aún más viva. Este acceso principal guarda en su cercanía la Ermita de los Remedios, un santuario que se ha convertido en un punto de encuentro para la comunidad. Aquí, la fe y la tradición se entrelazan en un abrazo sincero, donde los fieles se reúnen para rendir homenaje a la Virgen de los Remedios, una figura central en la vida espiritual de Dueñas. La ermita, con su arquitectura sencilla pero conmovedora, es un recordatorio de la devoción que ha perdurado a lo largo de los siglos, un espacio sagrado que invita a la reflexión y al recogimiento. En sus muros, se pueden leer las historias de generaciones que han encontrado consuelo y esperanza en su luz, y el aroma de las flores que los devotos dejan como ofrenda.
La Ermita del Cristo, que también alberga la Cofradía de la Vera Cruz, es otro de los hitos que marcan el paisaje de Dueñas. Su arquitectura, que evoca el pleno gótico, sugiere que este lugar es mucho más antiguo de lo que parece a simple vista. La portada ojival, que aún se conserva en un lateral de la ermita, es un recordatorio de las raíces profundas de la comunidad y de las creencias que han perdurado a lo largo de los siglos. La presencia de esta cofradía, con su rica tradición de procesiones y actos litúrgicos, refuerza el tejido cultural y espiritual de Dueñas, siendo un hilo conductor que conecta el pasado con el presente.
La Casa de las Tercias, un edificio civil del siglo XVIII, representa otro capítulo de la historia de Dueñas. Este lugar, con su finalidad fiscal, refleja la importancia de la economía local y cómo la villa ha evolucionado a lo largo del tiempo. Su arquitectura y funcionalidad son una ventana al pasado, un eco de la vida cotidiana de los dueñenses que han trabajado y vivido aquí.
Pero no se puede hablar de Dueñas sin mencionar su rica tradición vitivinícola. Las bodegas, situadas en las laderas de los cerros, son construcciones de piedra y tierra que han sido el corazón de la economía, la cultura y la historia de esta encantadora localidad. La tradición del vino, transmitida de generación en generación, sigue viva en cada botella que se produce en este paisaje de viñedos y colinas. En el Barrio de las Bodegas, los aromas y sabores del vino se entrelazan con la calidez de la gente, creando un ambiente acogedor que invita a los visitantes a disfrutar de experiencias de enoturismo únicas.
Al final del día, cuando el sol se oculta tras los cerros y las luces de Dueñas comienzan a brillar, uno puede sentir el latido de la historia en cada rincón de este encantador lugar. Es una invitación a perderse en sus calles, a sumergirse en su rica cultura y a descubrir el legado que ha perdurado a lo largo de los siglos. Dueñas, con su belleza y su patrimonio, se erige como un testimonio de la riqueza cultural y la historia de la provincia de Palencia, un lugar donde cada piedra y cada historia cuentan un capítulo de un pasado vibrante y lleno de vida.