Tarazona, joya cultural de la comarca de Tarazona y el Moncayo, emerge majestuosa a orillas del río Queiles, en el pintoresco valle que lleva su nombre. Rodeada por la imponente Sierra del Moncayo y bordeada por la serena corriente del río, esta encantadora ciudad ofrece a sus visitantes una combinación única de patrimonio histórico, belleza natural y riqueza cultural.
El Parque Natural del Moncayo, con su imponente sierra, es un paraíso para los amantes del senderismo y la naturaleza. Sus senderos serpentean a través de bosques frondosos y prados alpinos, ofreciendo vistas panorámicas espectaculares y la oportunidad de avistar una variada fauna y flora.
Añón de Moncayo, Vera de Moncayo, Trasmoz y Lituénigo son algunos de los encantadores pueblos que salpican la región, cada uno con su propia historia y tradiciones arraigadas, y que ofrecen una perspectiva auténtica de la vida rural aragonesa.
La vía verde del Tarazonica, que sigue el trazado de una antigua línea de ferrocarril, es una excelente manera de explorar los paisajes más bellos de la zona a pie o en bicicleta, disfrutando de la tranquilidad y la belleza del entorno.
El casco antiguo de Tarazona es un laberinto de calles estrechas y plazas pintorescas, donde cada esquina revela un pedazo de historia. La calle Mayor, con sus edificios de piedra y sus balcones adornados con flores, la calle Tudela, con sus tiendas y cafeterías acogedoras, y la calle Quiñones, con sus casas señoriales, son solo algunas de las arterias que invitan a explorar sus encantos medievales.
La imponente Catedral de Nuestra Señora de la Huerta, una obra maestra del estilo gótico del siglo XII, es el monumento más emblemático de Tarazona. Sus imponentes torres y su magnífica fachada son solo el preludio de un interior ricamente decorado con esculturas, capillas y obras de arte de incalculable valor histórico y artístico.
El Palacio de Eguarás, una joya del renacimiento aragonés del siglo XVI, es otro de los tesoros arquitectónicos de Tarazona. Sus elegantes salones y patios interiores reflejan el esplendor de la época y dan testimonio del pasado noble de la ciudad.
El Palacio Episcopal de Tarazona, también del siglo XVI, es otro ejemplo destacado de la arquitectura renacentista en la región. Su imponente fachada y sus interiores lujosos lo convierten en una visita obligada para los aficionados a la historia y el arte.
La Mezquita de Tórtoles, ubicada en el antiguo barrio del mismo nombre, es un vestigio de la época islámica de Tarazona. Su arquitectura sencilla y su ambiente sereno son un recordatorio de la rica herencia multicultural de la ciudad.
La Ermita de San Juan Bautista, de origen medieval, es otro lugar de culto que merece una visita. Situada en las afueras de la ciudad, esta pequeña capilla es un remanso de paz y espiritualidad en medio del campo.
El Ayuntamiento de Tarazona, con su arquitectura renacentista del siglo XVI, preside la Plaza Mayor de la ciudad y es el corazón administrativo y político del municipio. Su fachada decorada y sus elegantes balcones son un ejemplo perfecto del esplendor pasado de Tarazona.
Además de su impresionante patrimonio histórico y natural, Tarazona también es conocida por sus festividades y tradiciones arraigadas. Estas festividades son una oportunidad única para experimentar la alegría y el espíritu festivo de Tarazona y sumergirse en la vibrante cultura local.